METALLICA
«Death Magnetic»
(Warner Music)
Sin lugar a dudas la primera mitad de esta década encontró a Metallica en el peor momento de su carrera, con el vocalista y guitarrista James Hetfield yendo a centros de rehabilitación debido a su adicción al alcohol, la salida del bajista Jason Newsted, y un disco como «St. Anger» que tuvo distintas recepciones, pero en general fue duramente criticado, ya que allí se podían encontrar temas de larga duración pero que bien podían durar la mitad al repetirse la misma estructura continuamente, con un sonido primitivo de la batería que incluso tenía papel protagónico en la mezcla, y una ausencia total de los solos de guitarra de Kirk Hammett que tanto habían brillado en el pasado, entre otros factores.
Los años fueron pasando, Metallica debía recuperarse de sus crisis internas, y recuperar lo que los había hecho tan gloriosos en algún momento, composiciones excepcionales que lograban canalizar la angustia, la ira, y la tristeza de uno por partes iguales.
Bien, para poder recuperar el rumbo, la banda recurrió a algo que a estas alturas era absolutamente necesario, deshacerse del productor Bob Rock. Pero no solo esta decisión fue acertada, sino que la elección del nuevo productor lo fue aún más, ya que nada más ni nada menos que Rick Rubin, quien trabajó en varios discos de Slayer, entre ellos el impresionante clásico «Reign In Blood», además de producir otros éxitos como «Blood Sugar Sex Magik» de Red Hot Chili Peppers, «Licensed To lll» de Beastie Boys, y «Toxicity» de System of a Down, entre tantos otros.
Según los propios integrantes, la manera de trabajar de Rubin es muy diferente a la de Bob Rock, ya que este les da mayor libertad y no está continuamente dando su opinión acerca de lo que van a incluír o no en el álbum, y esto indudablemente fue favorable a la hora de grabar este álbum.
Atrás quedaron los tiempos de «St. Anger», y «Death Magnetic» nos muestra a un Metallica más sólido, con la vuelta a los excelentes solos de guitarra que tanto se extrañaban, y estructuras que se encuentran a medio camino entre «Master Of Puppets» y «And Justice For All».
«That Was Just Your Life» se encarga de abrir el álbum con el sonido de un latido de corazón que anuncia la llegada de los primeros acordes de guitarra, los cuales desembocan en un aluvión de riffs y solos de guitarra imponentes por parte de Hammett, con una gran potencia y velocidad que sirve como prueba de que este disco será diferente a lo que habíamos escuchado de Metallica en largo tiempo.
«The End Of The Line» es la siguiente con un riff que será reconocido instantáneamente ya que es el mismo que «The New Song», aquel tema presentado en vivo en 2006 como uno de los nuevos, aunque es solo el riff principal lo que tienen en común ambos temas. Kirk Hammett se luce una vez más llevándose el protagonismo haciendo uso y abuso del efecto wah-wah.
En la que le sigue, «Broken, Beat & Scarred», hay claras reminiscencias a su pasado con un riff simple pero efectivo y sumamente ganchero al estilo del «Black Album», para luego adentrarse en un esquema más thrasher, que funciona como una clara invitación al headbanging y al pogo, uno incluso puede imaginarse al público en los shows al escuchar este tema en vivo.
Luego llega el primer corte de difusión, «The Day That Never Comes», donde sacan el pie del acelerador durante los primeros minutos, para luego transformarse en un tormento de poderosos riffs y un excelente duelo de solos de guitarra entre Hetfield y Hammett tomando el papel de «One» en «And Justice For All» o «Fade To Black» en el «Ride The Lightning».
Pasado esto, llega «All Nightmare Long», el segundo corte del disco, con Trujillo marcando el ritmo en la intro con su bajo, para luego sumergirse nuevamente en riffs thrashers, con un estribillo ganchero ideal para cantar a la par mientras no dejamos de mover la cabeza, y una vez más el trabajo de guitarras de Hammett es destacable. Un tema que recuerda mucho a Slayer en varios momentos, sobretodo en la parte final, cuando Hetfield exclama «Luck Runs Out» por última vez. De lo mejor del CD.
«Cyanide», el primer tema de este disco que la banda tocara en vivo, le sigue en un plan más moderno, con un protagonismo mayor por parte de Trujillo, riffs simples y un acompañamiento en la batería que sirven de complemento para el trabajo vocal de Hetfield, bastante repetitivo y un nivel debajo de los temas anteriores, pero tiene su gancho.
Un piano y violines nos sorprenden marcando el comienzo y manteniéndose en gran parte de «The Unforgiven III», la continuación de «The Unforgiven» y «The Unforgiven II», aunque esta no se parece en nada a ellas, más allá de que trata la misma temática. Con un ritmo más lento y algunos toques sureños, la atmósfera creada estalla en los solos de Hammett bastante técnicos luego de que Hetfield entona «Forgive Me».
«The Judas Kiss» es la siguiente con riffs dinámicos y heavies, con versos y un estribillo que contienen reminiscencias de «Master Of Puppets», una muy buena base generada por Trujillo y Ulrich, y sí, una vez más Hammett hace de las suyas con un solo que a pesar de no ser muy innovador, es tremendo.
También recordando viejas épocas, Metallica decidió grabar un tema instrumental, en este caso bajo el nombre de «Suicide & Redemption» y con una duración mayor a cualquier otro que hayan editado en su historia, roza los diez minutos. Aunque está lejos de ser sensacional como lo fueron joyas del pasado como «Orion» o «To Live Is To Die», el tema tiene sus momentos notables, como las líneas de bajo de Trujillo (aquí deja demostrado que es un gran bajista para quien todavía tenía dudas), y los variados tonos de guitarra, principalmente los melódicos solos a la mitad del tema.
La thrashera y directa «My Apocalypse», con sus riffs asesinos cierra y consagra a este «Death Magnetic» como el mejor trabajo de Metallica desde el «Black Album».
Muchos serán eternos detractores de la banda, y buscarán hasta el mínimo detalle para criticar cada cosa que hagan, lo cual en la mayoría de los casos sería distinto si este disco hubiera salido a principios de los ’90 y no luego de todo lo que rodeó a la banda durante los últimos quince años, pero lo cierto es que «Death Magnetic» suena a Metallica, contundente, agresivo, con grandes riffs y solos, y una muy buena producción, superando cualquier expectativa que uno podía llegar a tener. Tal vez el único punto negativo es la duración del trabajo ya que casi setenta y cinco minutos de escucha pueden volverse un poco tediosos, pero eso no le quita mérito para ser considerado como uno de los mejores discos del año.
Jorge Patacas.